Ejercicios y técnicas para gestionar el estrés

Considerada la enfermedad del siglo, el estrés afecta desgraciadamente a nuestra salud y altera nuestro equilibrio psicofísico, comprometiendo nuestro bienestar. El estrés tiene numerosos efectos sobre el cuerpo y la mente, desde la fatiga crónica y la irritabilidad frecuente hasta la alteración del ritmo cardíaco y la presión arterial, por no hablar del insomnio, los problemas digestivos y el debilitamiento del sistema inmunitario.

Por otro lado, las alteraciones hormonales y metabólicas se encuentran entre los principales síntomas del estrés en las mujeres, sin olvidar las consecuencias para los deportistas, desde la disminución del rendimiento hasta la pérdida de energía y motivación.

¿Cómo es posible gestionar las situaciones de estrés y recuperar la compostura? Ya hemos visto algunas formas de reducir el estrés, pero a continuación te ofrecemos algunos consejos que te ayudarán a cambiar tus hábitos para afrontar con buen ánimo las situaciones difíciles y emocionalmente tensas.

Cómo aprender a gestionar el estrés

En mayor o menor medida, todos experimentamos situaciones de presión mental y periodos de especial cansancio físico. Sin embargo, ser capaces de afrontarlos de forma adecuada marca la diferencia en términos de salud y calidad de vida, ayudándonos a devolver nuestro equilibrio psicofísico a un estado de “normalidad”.

Pero, desgraciadamente, es fácil agobiarse y no ser capaz de reaccionar de la manera adecuada, con repercusiones incluso graves para la salud. Para evitar que esto ocurra, tenemos que hacer un esfuerzo diario para adaptar nuestras actitudes y, en muchos casos, estar preparados para dar un vuelco total a un estilo de vida que muchas veces no es precisamente saludable y al que, por desgracia, nuestro cuerpo se acostumbra rápidamente, respondiendo con los conocidos efectos que hemos mencionado.

El verdadero reto para poder afrontar y gestionar las situaciones de estrés es, por tanto, cuestionarnos y actuar en varios frentes, veamos cómo:

Comer bien. La dieta y la salud van de la mano: una dieta desequilibrada contribuye sin duda a empeorar la forma física al privar a nuestro cuerpo de nutrientes esenciales y contribuir a reducir los niveles de energía. Para ayudar al organismo, podemos contar con los llamados alimentos antiestrés, es decir, alimentos con reconocidas virtudes beneficiosas y terapéuticas que actúan sobre el estado de ánimo, ayudando a combatir los estados de depresión y ansiedad. Uno de ellos es sin duda el chocolate, pero no es el único: entre los aliados del buen humor están todos los alimentos ricos en selenio, un mineral especialmente eficaz para combatir el estrés oxidativo, que se encuentra sobre todo en las legumbres, los cereales integrales, las semillas, las carnes magras y el marisco, sin olvidar las frutas, las verduras y el pescado, valiosas fuentes de vitamina D y omega 3.

Dormir mejor. Puede parecer obvio, pero dormir bien es la mejor manera de combatir el estrés. Una de las maneras de dormir mejor, que se suele recomendar a los ansiosos, es realizar actividades relajantes y respetar el ciclo de sueño y vigilia acostándose a la hora más regular posible. Evitar la cafeína y las bebidas alcohólicas y tomar infusiones de hierbas como la manzanilla y la melisa te ayudará a conciliar el sueño más fácilmente.

Practicar actividad física. El deporte es una auténtica panacea para la mente: alivia la tensión física y la negatividad ayudándonos a concentrarnos en el momento presente y en el esfuerzo físico: entre los mejores deportes para aliviar el estrés, el primero de la lista es sin duda el yoga, pero si estás acostumbrado a un estilo de vida más dinámico y te gusta estar al aire libre, son ideales el running y el ciclismo, actividades que te permitirán recuperar el estado de bienestar concentrándote sólo en el esfuerzo físico requerido. Si, por el contrario, te gusta estar activo en la naturaleza, las actividades al aire libre, como la escalada o la simple marcha nórdica, son ideales: tanto si escalas una montaña como si simplemente caminas por el campo, el efecto sobre tu estado de ánimo está garantizado.

Respirar y meditar. Aprender a respirar es, sin duda, el primer paso para recuperar la calma en cualquier situación y afrontar incluso las más negativas con lucidez y conciencia: como enseña el yoga, es importante vivir “aquí y ahora” y “dejar ir”, sin juzgarse a sí mismo, para recuperar la capacidad de gestionar las tensiones y ansiedades. Gracias a las técnicas de respiración consciente y a los numerosos ejercicios que ofrecen las disciplinas meditativas, se puede recuperar ese equilibrio que a menudo se tambalea cuando la vida nos pone a prueba.